Elfego de Winchester, Santo
Obispo y Mártir, 19 de abril…
Hoy también se festeja a:
- • Elfego de Winchester, Santo
- • Jaime Llach Candell, Beato
- • Ramón Llach Candell, Beato
- • Jacobo Duckett, Beato
- • Conrado de Ascoli, Beato
La verdadera comida
Santo Evangelio según San Juan 6, 52-59. Viernes III de Pascua.
Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Amado Jesús, Tú sabes todo lo que sucede en mi vida en este momento. Conoces cuáles son mis deseos más profundos, mis heridas más dolorosas, mis alegrías más hermosas; todo mi ser te es conocido. Gracias por haberme traído hasta este momento de oración. Aumenta mi fe. Dame la gracia de saber descubrir tu voluntad. Aumenta mi confianza. Que nunca desconfíe del infinito amor que tienes por mí. Aumenta mi amor. Ayúdame a saber recibir tu amor y a ser un reflejo luminoso de tu presencia para los demás, y así ser un instrumento para la instauración de tu Reino. Amen.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muy amada alma:
Has escuchado que les dije a los judíos que mi carne es verdadera comida y mi sangre, verdadera bebida. Lo mismo te digo a ti: Ven y sáciate de mí.
Aquí estoy yo, tu Dios y creador que por tu amor se ha hecho tu pan… ¿A quién podría asustar un pan? Si yo me presentase como un Dios Todopoderoso a la manera en que el mundo lo piensa, cuyo dedo manda fulminantes rayos y cuya mirada hace a los mismos cimientos de la tierra estremecerse, me tendrías miedo y no amor; por eso vengo a ti como tu alimento, como algo necesario para ti, pero que puedes rechazar.
Para poder ser amado, he tenido que hacerme vulnerable; para ser escogido por ti, he tenido que aceptar el riesgo de ser rechazado por ti.
Hoy tantos en el mundo te ofrecen alimentos, a raudales se te ofrecen los caramelos envenenados de la lujuria, de la avaricia, de la soberbia, que no solamente no te sacian, sino que además te enferman y atentan contra tu vida y auténtica felicidad.
Ven, no tengas miedo. Aquí estoy Yo. Quiero saciar tu sed de amar y ser amado. Yo quiero ser tu alimento. ¿Puedo?
Atte. Jesús
«Él aceptó la muerte para salvar a los hombres que el Padre le había entregado y que estaban muertos en la esclavitud del pecado. Jesús se hizo nuestro hermano y compartió nuestra condición hasta la muerte; con su amor rompió el yugo de la muerte y nos abrió las puertas de la vida. Con su cuerpo y su sangre nos alimenta y nos une a su amor fiel, que lleva en sí la esperanza de la victoria definitiva del bien sobre el mal, sobre el sufrimiento y sobre la muerte».
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy haré una visita a Jesús Eucaristía dándole gracias por su presencia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La parroquia de Homero Simpson
Los Simpson nos invitan a preguntarnos por la persona humana que está detrás de cada uno de los muñecos amarillos. Porque si eso es el ser humano, algo tiene que cambiar. Porque si eso es la sociedad, algo tiene que cambiar. Porque cuando nuestra vida es
Por: Cipriano Sánchez | Fuente: A&A/ciprianosanchez.blogspot.com
Recientemente un periódico de la seriedad del L´Osservatore Romano publicó un artículo sobre los Simpson en el que se reflexiona sobre la religión de Homero Simpson (la figura paterna en la caricatura), llegando a la conclusión de que es de los pocos programas de la televisión para adolescentes en los que la religión y la pregunta sobre Dios, son temas recurrentes. Yo no sé en qué parroquia esté bautizado Homero, pero hay elementos que empujan a la reflexión.
The Simpson me hace pensar en cómo me veo, o en cómo me ven, en lo ridículas que pueden ser algunas de las posturas que tomamos como fundamentales.
No hay que perder el código de lenguaje de la caricatura, que parte de un presupuesto: nada de esto existe, no existe Homero, ni Bart, ni Maggie, y si no existen ellos, no existe ni lo que dicen ni lo que hacen. Pero el lenguaje de la caricatura es también un lenguaje de espejo, como esos de feria, que abulta lo flaco, reduce lo gordo, levanta lo bajito y achaparra lo altote.
Cierto que lo gordo no es flaco, pero lo flaco te dice que en ese espejo hay un gordo. Así es la caricatura. Lo que sucede en el mundo de los Simpson, en medio de una simpática irreverencia, sucede en la vida; sólo que nos faltan ojos para verlo de esa manera, en un nivel sencillo, donde todo es importante, precisamente porque no es solemne.
Algunos dirán que se ve mal que se pinte a Homero como un papá comilón, irresponsable, casi adolescente, con acta de nacimiento antigua. Pero cada vez veo más Homeros en mi alrededor a la hora de educar a sus hijos, de sacar adelante sus matrimonios o de planear y ejecutar su responsabilidad laboral, social y política. Sólo que la cara no se les ve amarilla y no sé si les gusten las donas (donuts). Otros dirán que Bart es un incitador al terrorismo familiar. Pero yo cada vez me encuentro con más jóvenes que, hartos de ser realistas, se fugan a paraísos de frustración, a los que casi nunca se escapa el joven Bart.
Lo que hacen los Simpson es atreverse a preguntar por el sentido y la calidad de la vida con la que nos hemos conformado. Los Simpson nos invitan a preguntarnos por la persona humana que está detrás de cada uno de los muñecos amarillos. ¿Qué es el ser humano? ¡No me digas que es eso que estoy viendo! Porque si eso es el ser humano, algo tiene que cambiar. Porque si eso es la sociedad, algo tiene que cambiar. Porque cuando nuestra vida es el espejo de Homero Simpson algo tiene que moverse.
El mundo de Homero es un mundo sin fáciles ilusiones, con un realismo escéptico, que no solo llama a la reflexión, sino también a la solidaridad entre los humanos, para enfrentar juntos el difícil camino que se nos echa encima. Y un mundo realista y solidario es un mundo muy cristiano. Si no, que se lo pregunten a Jesús, que además de vivir su vida como hijo de un artesano, enseñó que a Dios le interesa más la misericordia que los sacrificios, y que de nada le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma.
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