Agapito I, Santo
LVII Papa, 22 de abril…
Hoy también se festeja a:
Yo soy la puerta de las ovejas
Santo Evangelio según San Juan 10, 1-10. Lunes IV de Pascua.
Por: Redacción | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios mío, ayúdame a escucharte en este rato de oración, porque Tú me das vida, y en abundancia. Concédeme amarte más a ti que a mí mismo, dame la gracia de saber entrar por la puerta que me señalas y que en definitiva seas Tú realmente el Señor de mi vida entera.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Pronunciar el nombre de Cristo, escucharle y reconocerle en nuestro interior, sólo nace de las almas que verdaderamente han hecho esa experiencia amorosa con Él. Una experiencia que no se reduce a un simple recitar de oraciones, o a un compromiso obligatorio dominical, sino que más bien se eleva a un contacto frecuente e íntimo con el Señor en la oración de todos los días, en el trabajo cotidiano, e incluso, en los sufrimientos que podamos padecer y ofrecer por amor a Él.
Las personas que buscan la verdadera fuente de la felicidad en Cristo, saben que solamente en su interior, donde Dios se hace paz, alegría, serenidad, gozo, se encuentra la verdadera e íntima amistad con Él. Son esas ovejas que entran por la puerta de la renuncia y del sacrificio, que escuchan el llamado personal del Buen Pastor, y que le siguen por los caminos por donde Él las lleva, siempre con la única finalidad y deseo de estar con Él delectándose con su dulce compañía.
La parábola del Buen Pastor me permite recordar que Tú eres quien debe guiar mi vida. Buscas mi bien y por eso me invitas a entrar por la puerta de la fe, para que pueda realmente tener un encuentro personal contigo en la oración y mi vida sacramental. Ayúdame a nunca temer, que me atreva a abrir, entrar y recorrer el camino que me señalas, porque es el camino a la felicidad.
«A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo con el bien. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante»».
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
No dejar que la esperanza se apague, confiar en Dios y hacer lo que corresponda para construir una sociedad más justa y caritativa
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Dios sí, madre tierra no
La tierra es nuestro hogar, pero no es nuestra creadora, ni vela por nosotros, simplemente está allí, en don
Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: Catholic.net
¿Hay que ver por “la tierra”? Sí, sin duda, porque es parte de la creación, la cual debemos saber “contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra y los recursos, para que pueda rendir todos sus frutos en su destinación universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias”.
Esta es la orientación razonable, que se presentó en la reunión de “Aparecida”, Brasil, en 2007, en la cual el actual Papa Bergoglio presidió la Comisión Central de Redacción, junto con el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga y Mons. Carlos Aguiar Retes.
La tierra es nuestro hogar, pero no es nuestra creadora, ni “vela” por nosotros, simplemente está allí, en donde Dios la puso y como Él la creó. Aquellos que hablan de “la madre tierra”, como si fuera una persona, un ser con espíritu, con voluntad propia, se equivocan soberanamente.
“La tierra” es un conjunto de materia, con leyes que la gobiernan que no provienen de ella misma, sino de su creador, Dios. La tierra no es madre de nadie, es hogar de muchos seres vivos: plantas, animales y personas humanas. Pero la tierra misma no tiene vida, tampoco voluntad o poder alguno. No le debemos a este planeta absolutamente nada, ya que no es persona, no hace más que seguir las reglas que le fueron diseñadas e impuestas por Dios.
Esto es importante por la deificación que se hace de nuestro planeta de parte de algunos grupos con ideas extravagantes. Lo malo es que hay personas que ingenua y entusiastamente le rinden pleitesía, incluso hasta llegar a posiciones realmente fanáticas. No tiene sentido alguno, y eso debe preocuparnos.
Igualmente se habla de otra madre que no puede ser tal, y que es una versión más amplia, que abarca digamos la creación material entera: ¡la “madre naturaleza”! No hay tal, la naturaleza es el conjunto de obras de la creación de Dios; no siendo persona, sin poder, sin vida propia, sin voluntad, tampoco es madre de nadie.
Detrás de la promoción de estas deificaciones, pues son tales, de la tierra y de la naturaleza, hay intereses reales, no son simples ingenuidades, aunque en principio en algunos casos sí lo fueron. La intención de los promotores es perversa, de trata de sustituir la visión de una deidad creadora, centro de las religiones mayores del mundo por una visión terrenal, sin Dios y por tanto sin religión, pues no haya relación con esa persona-divinidad, a quien llamamos Dios y con términos propios en otros idiomas.
De hecho, se sustituye al Dios personal por diversas personalidades supuestamente poderosas, espíritus capaces de regir la vida del mundo. Pero esas personalidades son cosas o fenómenos naturales, como la luna, el relámpago, o la aurora boreal. Estos “espíritus” son a su vez supuestamente contactados por brujos, chamanes o sacerdotes y sacerdotisas que controlan voluntades humanas, y hasta del mundo del espíritu, de las tinieblas, de las profundidades del mal.
Esto de la madre tierra no es tan simple, conlleva muchas cosas, hasta llegar a sustituir las religiones de un Dios personal, por una supuesta religiosidad universal, con sus propios mandamientos terrenales, no provenientes de la voluntad de Dios, sino como convenciones de la gente para convivir “en armonía con la naturaleza”.
Por iniciativa de los promotores de esta religiosidad mundana, terrenal, la de la madre tierra o la madre naturaleza, las mismas Naciones Unidas proclamaron un “día de la Tierra”, el 22 de abril, y justificaron el uso de la expresión “Madre Tierra”, como «una expresión común utilizada para referirse al planeta Tierra en diversos países y regiones, lo que demuestra la interdependencia existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que todos habitamos», esto en la Resolución 63/278 de la Asamblea General.
No podemos caer en este juego anti-Dios, con la aceptación de ese tema de la “madre tierra”, que parece, porque así se maneja, como algo poético, espiritual, de alto contenido humano y de comprensión responsable del valor del planeta en que habitamos.
Entre los promotores del culto (aunque no se le llame así) a la madre tierra, está el New Age (que por cierto no tiene nada de “new”).
Hay que estar alerta, sobre todo con los niños, a quienes fácilmente se les puede convencer de esta pseudo-espiritualidad del culto a la “madre tierra”, o a la “madre naturaleza”, pues les llevaría a una torcida interpretación de la religiosidad, de la divinidad personal de un Dios creador omnipotente y misericordioso. Celebrar a la madre tierra es el camino para trastocar la religión como una auténtica relación con Dios y con los demás seres espirituales, con las personas de cuerpo y alma, sujetos de Dios.
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