Rómulo, Santo
Obispo, 13 de octubre …
Hoy también se festeja a:
- • Chelidonia (Celidonia o Quelidonia), Santa
- • Tomás Pallarés Ibáñez y Salustiano González Crespo, Beatos
- • Pierre-Adrien Toulorge, Beato
- • Alejandrina María da Costa, Beata
- • Magdalena Panattieri, Beata
Vivir mis distracciones con Dios
Por: H. IvánYoed González Aréchiga, L.C. | Fuente: missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a confiar en Ti. A confiar en que estas presente en mi vida. Abre mis ojos, mi corazón, para descubrirte una vez más en esta oración. Así como Tú sabías descubrir al Padre en tantos detalles de tu vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 15-26En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: «Este expulsa a los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.
Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: «Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Belzebú. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios con el dedo de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cómo ha estado mi corazón en estos días?, ¿cuáles son mis preocupaciones?, ¿sé poner mi confianza en manos de Dios?, ¿sé acoger a Dios en mi interior aunque viva en medio de muchas distracciones?, aún más: ¿sé vivir mis «distracciones» con Dios?, ¿qué tan limpio se encuentra mi corazón, para que en él habites Tú, Señor?
Debo cuidar conservar mi corazón siempre limpio. Cuando en él se quieren introducir preocupaciones o miedos, ¿dejo que disminuya mi confianza en Dios? Es normal que surjan preocupaciones o inquietudes. Ellas son parte de la vida. El punto es si les permito dominarme, habitar mi corazón, o si sé ponerlas en manos de Dios. Quizá siga sintiendo los nervios que las inquietudes me generan, pero puedo tener puesta mi confianza en Dios.
Una vez que adquiero el hábito de vivir en presencia de Dios, debo también desarrollar el hábito de la prudencia. Un corazón limpio y puro, en el que Dios habita, puede ser invadido fácilmente porque es más susceptible, es más noble. Cristo decía: sean astutos como las serpientes y sencillos como las palomas.
No debo exponer mi corazón a todos los peligros. No es necesario. El amor a una persona no se define tanto por la resistencia ante otros amores, cuanto por el cuidado que se dedica en amar a esa persona. Así también yo debo más bien preocuparme por vivir en amistad con Dios, sin la necesidad de exponerme a lo innecesario.
Así podré tener un corazón siempre limpio, en el que siempre habites Tú, Señor.
Y así buscaban siempre otros pretextos para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. El problema de fondo era su modo de estar siempre cerrados. Así, pues, era Jesús quien tenía que justificar lo que hacía. Esta es la historia, la historia de esta fidelidad fallida, la historia de los corazones cerrados, de los corazones que no dejan entrar la misericordia de Dios, que han olvidado la palabra «perdón» -«¡Perdóname Señor!»- simplemente porque no se sienten pecadores: se sienten jueces de los demás. Y es una larga historia de siglos. Precisamente esta fidelidad fallida Jesús la explica con dos palabras claras para acabar este discurso de estos hipócritas: «El que no está conmigo, está contra mí».
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de marzo de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Si hace tiempo no acudo a la confesión, iré a ella con el especial propósito de dedicarme a estar más unido a Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El que no recoge conmigo, desparrama
Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: Catholic.net
Hay, lo sabemos, pecados activos y pasivos, es decir los pecados de acción y los de omisión. La mayoría de la gente que pretende ser buena porque “no le hace mal a nadie”, tampoco le hace mucho bien a alguien. ¡Cuidado con los pecados de omisión!
Lamentablemente entre “los buenos”, hay muchos que se mantienen al margen, en la butaca, ni siquiera en la retaguardia, ante las luchas contra el mal, que avanza ferozmente, el de los enemigos del Cristo.
Los ataques contra el matrimonio y la familia, buscando imponer su redefinición para destruir su esencia, por ejemplo. Esto es muy claro, y quienes defendemos estas instituciones naturales del hombre, bendecidas por Dios, lo decimos al mundo, para que quien quiera oír oiga. El silencio es complicidad.
Lo mismo sucede con el respeto al derecho primigenio a la vida, que está bajo ataque. Por una parte, enormes, gigantescos esfuerzos por no sólo despenalizar el aborto, al no considerarlo como un crimen, un homicidio, sino promoviendo su práctica. Lo mismo sucede con la eutanasia, que cada vez está sujeta a grandes esfuerzos políticos para imponerla a enfermos terminales, inclusive hasta a bebés que no pueden expresar su deseo de vivir, como ya sucede en algunos países “civilizados”.
La cultura de la muerte, al ser aceptada como forma de lucha política y de dominio, se ve justificada al nivel de matar atrozmente a quienes no piensan como los asesinos. Es el caso del “estado islámico”, que no solamente tiene muchos individuos acabando con cristianos y musulmanes moderados, está destruyendo pueblos enteros. Pero además, está reclutando personas en otros países, para que los acompañen en la comisión del genocidio con torturas.
Este último caso es una buena muestra de la increíble pasividad de “los buenos que no hacen mal a nadie”. El mundo se vio muy lento en sorprenderse ante tales crímenes, y además los poderosos política y militarmente se tardaron mucho en reaccionar para defender y atender a los perseguidos y refugiados.
¿Cómo es posible que las voces de alarma se vieran perdidas ante la indiferencia del mundo? Los crímenes son demasiados atroces para permanecer indiferentes. Pero así ha sido. Por muchas partes se levantan voces, carteles y mantas para exigir que aparezcan con vida los 43 de Ayotzinapa en México, pero ante matanzas de miles de cristianos en Nigeria, el mundo mira para otro lado, ni siquiera ha sido noticia más que por unos días, u horas.
Ante el crimen del aborto, que es tema diario noticioso, la mayoría de la “gente buena” no hace absolutamente nada. Peor aún, al no tomarse la pequeña molestia de reflexionar que la vida inicia con la concepción ?algo absolutamente cierto científicamente?, piensan y dicen que es cuestión de un supuesto derecho a elegir. No se toman tampoco el trabajo de pensar que la elección es de matar o no matar a un nonato.
La eutanasia es un tema mucho menos presente en los noticiarios, pero a quienes les parece un asunto muy lejano a sus vidas, sigue sin importarle su difusión y defensa, y hasta su imposición legal en ciertos casos. Si matan a niños por eutanasia en Bélgica pues… allá ellos, piensan (si acaso se toman el trabajo de pensar en eso). De esta forma, con su pasividad, su omisión, no están sus voces presentes en la defensa de la vida: con el silencio no recogen, desparraman.
Dijo el Señor:
«El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama». Muy graves, muy determinantes frases. El pecado de omisión es el de no recoger con el Señor, es desparramar. No defender la vida, la familia, el matrimonio y la correcta sexualidad, no enseñar a los hijos estos valores, es desparramar, es tirar por la borda lo que Dios ha enseñado.
Lo mismo sucede con las injusticias del mundo, las que están cerca de nosotros y las que están lejos. Las que afectan a nuestro prójimo más próximo y a los hermanos que están lejos. Ya en la llamada “aldea global”, todos los hombres son nuestro prójimo (en francés, las palabras prójimo y próximo son la misma). Todos están cercanos.
Recoger con el Señor es sembrar con Él Su palabra, es hacer las buenas obras que son la voluntad del Padre. Como cristianos es nuestro deber difundir el evangelio, no quedarnos callados. Es predicar la Verdad y defenderla, no sentarnos a pensar que eso del aborto, por ejemplo es una barbaridad… y seguir viendo la televisión o el Facebook. Yo soy bueno y que el mundo ruede. No piensan que ese rodar eventualmente puede aplastarlos.
La frase es lapidaria: o estás CON Él o estás CONTRA Él, porque no participar en su prédica y en su obrar nos pone contra Jesús. Aquí no hay medias tintas, la indiferencia y la inacción son desparramar en vez de recoger.
Hagamos todos entonces algo para estar con Él, sobre todo en la palabra y en el ejemplo, para no desparramar su enseñanza y su mandato. No permanezcamos indiferentes y omisos ante los ataques, cada vez más fuertes y a escala mundial, en contra de la vida, la familia y el matrimonio, así como ante la práctica de la injusticia.
Colaboremos con el Señor a recoger más almas para Él, dejemos la pasividad atrás, ante la necesidad imperiosa de predicar su palabra. No dejemos que los predicadores del mal nos dejen callados en nuestro confort.
¡Estemos con Él, no contra Él!