RECUERÐA, HOҰ JUEVES 12 ÐE OCTUBRE ÐE 2017, ÐE 17:00 A 18:00
H㊉RAS, EN LA VIRGEN ÐEL CAMIN㊉, ŦIENES UNA CITA PERS㊉NAL C㊉N EL SANŦíSIM㊉, N㊉ ₣ALŦES!!
Fiesta Litúrgica, 12 de octubre …
Hoy también se festeja a:
- • Félix IV (III), Santo
- • Maximiliano de Celeia, Santo
- • Edwin de Northumbria, Santo
- • Nuestra Señora de Aparecida
- • Eufrasio del Niño Jesús, Beato
Pide-Llama-Busca
Santo Evangelio según San Lucas 11,5-13. Jueves XXVII del tiempo ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre Nuestro, que estás en el cielo: danos hoy nuestro pan de cada día. Danos el pan del alma. Danos el pan para el trabajo y para el descanso. Danos el pan para construir tu Reino en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestra sociedad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11,5-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.
Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán?
«Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Pongamonos de pie en este rato de oración. Levantemos los brazos –signo de que alzamos el corazón hacia Dios– y presentémosle al Señor todo lo que somos. Nuestras manos están vacías porque le pedimos que Él las llene de sus bendiciones. Nuestros ojos fijos en la cruz, imitemos la confianza de Cristo en su Padre. Padre nuestro…danos hoy el pan…
Como seres humanos tenemos necesidades que nos acompañan día con día. Incluso la vida más cómoda tiene algo de incómodo, algún problema que no podemos solucionar, algún vacío que no podemos llenar por nuestro propio esfuerzo. Aun si tuviéramos todos los medios materiales y todo el dinero, algo faltaría dentro de nosotros, algo que no encontramos aquí abajo y que nos obliga a buscar arriba, en el cielo…
Muchos dicen que la vida es así y que hay que aprender a sobreponerse… Que ignoremos el hambre del alma y sigamos como si nada pasara… Que, a fin de cuentas, las soluciones no caen del cielo y nadie puede saciar los deseos más profundos de la persona… ¡Nada de esto! ¡Esto no es lo que nos enseña el Maestro! Cristo nos dice hoy que tenemos un amigo a quien podemos acudir a cualquier hora del día. No importa si sólo son tres panes lo que necesitamos, o si creemos que, por ser de noche, no es el momento oportuno. Tenemos un padre que supera todos nuestros conceptos de paternidad. Es un Padre capaz sólo de conjugar el verbo «amar», como dice el Papa Francisco. Es un Padre que ansía escuchar nuestra voz; quiere que salga de nuestro corazón el deseo de tenerlo cerca. Prefiere estar en silencio, para escuchar mejor, pero si nos hablara ahora mismo, muy seguramente nos diría: ¡Pídeme! ¡Llámame! ¡Búscame!
Esta tercera exclamación es muy importante. Porque, en el caso de que nos falte de todo, o bien si no vemos que nos falte nada, en cualquier caso y circunstancia, lo que más necesitamos es a Dios mismo. No temamos pedirle que venga Él para saciarnos. No pensemos que es temeridad o arrogancia. Pidámosle lo mejor que se puede pedir: el Espíritu Santo, que es Dios en donación. ¿O acaso no es verdad que el «Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden»?
Queridos hermanos y hermanas, nunca estamos solos. Podemos estar lejanos, hostiles, podemos también profesarnos «sin Dios». Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios que no puede estar sin nosotros: Él no será nunca un Dios «sin el hombre»; ¡es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un misterio grande! Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio! Y esta certeza es el manantial de nuestra esperanza, que encontramos custodiada en todas las invocaciones del padrenuestro. Cuando necesitamos ayuda, Jesús no nos dice que nos resignemos y nos cerremos en nosotros mismos, sino que nos dirijamos al Padre y le pidamos a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde aquellas más evidentes y cotidianas, como la comida, la salud, el trabajo, hasta la de ser perdonados y apoyados en las tentaciones, no son solo el espejo de nuestra soledad: sin embargo hay un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona.
(Catequesis de S.S. Francisco, 7 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy invitaré a mi familia a rezar un padrenuestro antes de comer, pidiendo por todas nuestras necesidades.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La Santísima Virgen María, Reina de la Hispanidad
María quiso estar presente en el nacimiento espiritual de España a las orillas del rio Ebro y también quiso acudir al bautismo de América
Por: P. Juan Manuel Rodríguez de la Rosa | Fuente: adelantelafe.com
Queridos hermanos, la condenada del Concilio de Trento de la idea protestante de la Justificación, que ponía la salvación del hombre sólo en los méritos de Cristo sin que el hombre pudiera poner nada de su parte, salvó no sólo la verdad católica sino la misma verdad humana, en el sentido de que con nuestros propios esfuerzos, dado el auxilio divino, alcanzamos la victoria del bien en Dios y por Dios.
El fatalismo protestante, ante cuyo propio destino el hombre nada puede hacer, llevó a los protestantes a una falsa fe, de forma tal que nada necesitaban de nadie, ni de los santos; tampoco les llevó a preocuparse de los otros; de ahí que en los siglos XVI y XVII no quedasen protestantes misioneros. ¿Para qué? Si uno cree que la justificación se debe sólo a los méritos de nuestro Señor Jesucristo, ya poco o nada es lo que tiene que hacer un misionero. Su propio sacrificio por los demás carece de eficacia; su propio esfuerzo no sirve para nada; desdeñaron la colaboración del hombre en la Obra de Redención.
Todo lo contrario en el catolicismo, y muy en particular en la genuina y católica España del siglo XVI, cuyos teólogos y religiosos concebían la religión como un combate –como así es en verdad-, donde la victoria depende del propio esfuerzo. Estas son palabras de Santa Teresa de Jesús: Todos los que militáis debajo de esta bandera, ya no durmáis, ya no durmáis, que no hay paz sobre la tierra. Este acento militar que movía a la gran fundadora, sacudía a la España católica de aquel tiempo, y de otros venideros, dando lugar al movimiento misionero más espectacular jamás conocido en la historia de la Humanidad. Esta acción misionera consistió en enseñar a todos los hombres de la tierra, a todos los del mundo conocido y los de las zonas hasta entonces ignoradas, que, si querían, podían salvarse, y que su elección no dependía sino de su fe y su voluntad.
La España católica incorporó a la civilización cristiana a todas las razas que estuvieron bajo su influencia, pues la verdadera unidad moral es sólo la que dimana de un Padre común y de un divino Hermano y Redentor, Jesucristo. Y, justamente, esta hermandad divina, y no un vago sentimiento de fraternidad universal, fue lo que impuso a la España católica y misionera su posición igualitaria y universalista. He aquí la gran unidad en Cristo, que fue obra española en general y de sus Órdenes religiosas en particular; en la que reyes, obispos, legisladores, magistrados, soldados y encomenderos, sacerdotes y seglares, todos a una, contribuyeron a la gran obra de la Hispanidad.
La Virgen María, testigo amoroso de la piedad y espíritu misionero.
Los españoles llevaron a América la devoción a las Vírgenes de sus patrias chicas, y en las nuevas tierras descubiertas surgían abundantes las Pilares, Begoñas, Covadongas, Guadalupes y “Morenetas”. Pero la Virgen quiso hacer más por la joven América. En 1531, diez años después que Hernán Cortés se posicionara en la ciudad de Méjico, apenas llegado a ella su primer Obispo, el franciscano Juan de Zumárraga, la Santísima Virgen se dignó aparecer a un nativo americano, un indio azteca recién convertido, llamado Juan Diego. Yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive, le dijo la Madre del Cielo. Y le mandó acudir al Obispo para pedirle que se alzara un templo en el lugar de la aparición. La historia ya es conocida.Como María quiso estar presente en el nacimiento espiritual de España a las orillas del rio Ebro, también quiso acudir al bautismo de América. El monte Tepeyac es el Pilar de América, y Méjico su Zaragoza. Aquí, en España, dejó como prenda y recuerdo una columna; allí, una graciosa pintura. Por eso el Pilar y Guadalupe patrocinan los dos ramales de la estirpe, el de Europa y el de América, y son los símbolos espirituales de la Hispanidad, así como los baluartes de su fe y de su piedad.
¿Cuál fue el resultado de la eficaz y providencialísima intervención de la Virgen en la evangelización prodigiosa de tantos pueblos? Que aquellas razas se convirtieran en devotísimas naciones marianas, que ardiesen en amor a la Madre de Dios, siguiendo las huellas de sus progenitores. Las almas sencillas de los nativos aprendieron en seguida de la boca de los misioneros el nombre sagrado de María; vieron a los misioneros elevar preciosos monumentos a aquella Virgen hermosa, Madre de Dios. Se acostumbraron a llamar a sus ríos y a sus montes –bautizados hasta entonces profanamente- con las invocaciones de la nueva Reina, y no se avergonzaban de manifestar externamente la tierna devoción que profesaban a aquella Virgen Santa. Los sencillos indios aprendieron a invocar y amar a la Reina del Cielo; honraban quizá a la Madre sin conocer al Hijo; pero pronto les llevará con sus dulces y maternales inspiraciones, a la luz de Jesucristo y a la purificación de sus almas en las aguas del Bautismo.
¡Cuántos templos americanos dedicados a María! Basílicas magníficas, devotos santuarios y piadosas ermitas, cuya construcción fue ejecutada ya, en muchos casos, en el siglo XVI. ¿Qué nación de la América hispana no cuenta con docenas de fecundos centros de devoción mariana? La lista de países abarca a todas las naciones de habla hispana.
La Virgen Santísima fue el providencial instrumento elegido por los designios del Padre Celestial para dar y presentaros a su preciosos Hijo al mundo, para ser Madre y Reina de los Apóstoles, que por todas partes habían de propagar sus doctrinas; para conculcar para siempre las herejías, y hasta para intervenir prodigiosamente en todos los tiempos, donde quiera que fuera necesario, para la implantación, la consolidación y defensa de la santa fe católica. (Pío XII, en el 50 aniversario de la coronación de Nuestra Señora de Guadalupe, 12-X-1945).
Ave María Purísima.